martes, 27 de enero de 2009

ESPAÑA S.XIX.Economía. Desamortizaciones. Minería.El Ferrocarril



Desamortización de Mendizábal.1.836
Las nuevas concepciones liberales defendían la conversión de la propiedad amortizada, de origen feudal, en propiedad privada, que podía comprarse y venderse. Con ello se pretendía abrir la posibilidad de modernizar las explotaciones agrícolas y fortalecer la clase de pequeños y medianos propietarios.

Con los decretos de desamortización de 1836, pasaban a propiedad del Estado muchos bienes de congregaciones eclesiásticas, y se anunciaba su venta en pública subasta, con lo que se obtendrían recursos para pagar la guerra carlista.
Las medidas supusieron la ruptura de relaciones diplomáticas con la Santa Sede, y si bien mejoraron los resultados agrícolas, los principales favorecidos fueron los especuladores y grandes propietarios, que dispusieron de dinero o deuda pública para comprar las tierras.
Pese a las intenciones iniciales de la desamortización, la deuda pública no disminuyó, y algunos historiadores consideran que la inversión en la compra de tierras restó capitales para la incipiente industria española.
LAS DESAMORTIZACIONES. MENDIZÁBAL 1.836.PASCUAL MADOZ.1.855 (Vídeo de ARTEHISTORIA)

LA MINERÍA en ESPAÑA S.XIX.

EL FERROCARRIL EN ESPAÑA S.XIX (ARTEHISTORIA)


DESAMORTIZACIÓN de MADOZ. 1.855Pascual Madoz, ministro de Hacienda del Bienio progresista, aplicó la Ley de Desamortización General en 1855, a pesar de la oposición del clero católico, que nuevamente veía lesionados sus privilegios. Se pretendía vender los bienes eclesiásticos que no habían sido vendidos en la etapa anterior, y los bienes pertenecientes a los municipios.

El volumen de ventas fue superior al de la desamortización de Mendizábal y, en este caso, los recursos obtenidos tenían como fin la industrialización del país y la expansión del ferrocarril. La valoración del proceso indica que la alta burguesía fue nuevamente la beneficiaria, con cierto crecimiento de los pequeños propietarios agrícolas, que consiguieron cierta expansión de la superficie cultivada y, como resultado, una agricultura algo más productiva.

Sin embargo, muchos campesinos pobres quedaron desposeídos del uso de las tierras comunales, con lo que apareció un proletariado agrícola, formado por los campesinos sin tierra –jornaleros– sometidos a la ley de la oferta y la demanda y a duras condiciones de trabajo enfrentado a una poderosa burguesía terrateniente que, enriquecida con la adquisición de propiedades y tierras, pretendía emular a la vieja aristocracia

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